martes, 23 de julio de 2013

Trabajos en Barcones

Fin de semana intensísimo, este del 19, 20 y 21 de julio. Hemos llorado de alegría, de frustración, hemos dormido poco y vivido muchas emociones, pero sobre todo, hemos hecho nuestro deber como ciudadanos que no aceptamos las injusticias que se nos imponen en el momento de la historia que nos ha tocado vivir.

Bajo el toldo tareas de exhumación, bajo la carpa familiares descansando y al fondo búsqueda de la segunda fosa.

La mañana del viernes nos descubría, gracias al trabajo de los técnicos voluntarios de la Fundación Aranzadi, que había en la fosa descubierta el pasado 25 de mayo seis cuerpos y no cuatro, como se planteó en el momento de su descubrimiento.


Miembros de la Fundación Aranzadi interviniendo en la primera fosa.


Simultaneamente a la retirada de tierra alrededor de los cuerpos, una retroescavadora buscaba por la finca la segunda fosa que debería albergar los restos mortales de los cuatro cenetistas. La delicadeza de los dos procesos era maravillosa. Como acariciaban con suavidad los pinceles los huesos, como la pala acariciaba el terreno, con que mimo y cariño se trataban los vestigios de esas seis personas que han sobrevivido al paso del tiempo.

Fosa con los seis cuerpos, presuntamente pertenecientes a seis vecinos de San Esteban de Gormaz.




Poco a poco iban apareciendo familiares. Los de Arsenio Martinez, Juan Pablo Rica y Cándido Muyo estuvieron a pie de fosa desde el primer momento. A ellos se iban añadiendo los de Juan Ballano, los de Máximo Redondo, los de Bernabé Esteban.... Entre ellos predominaba una sensación de alivio sobre todas las que les envolvían. También, aunque presumiblemente los familiares de San Esteban habían encontrado a los suyos, todos sin distinción esperábamos que aparecieran los de los cuatro anarquistas. Ahora Arsenio, Antonio, Tomás y Fermín eran los familiares de todos.

Filo, "Filito", la menor de los hijos de Juan Ballano muestra fotografías de su padre junto a la fosa en la que se encuentra enterrado.

No fue hasta la mañanana del sábado cuando apareció otra fosa. Fue un momento único, llorando de emoción tras los nervios producidos por la espera.


La emoción de ese instante, se convirtió porteriormente en incertidumbre al comprobar con las horas que esa fosa solo contenía un cuerpo y no cuatro (como afirmaba la Asociación soriana) o cinco (como aseguraba un testigo del asesinato).

El trabajo no está acabado. Hay que determinar con pruebas genéticas a quienes hemos encontrado, hay que volver al pradillo de Barcones a acabar de buscar a las otras personas y después, homenajear a las víctimas y dejar bien claro quienes eran y por qué fueron asesinadas.




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